Bahia

Relatos viajeros de Brancellao desde Brasil 2005 Blog de viajes de Brancellao

Salvador de Bahía

Llegamos al aeropuerto de la capital de Bahía con retraso, lo que ya no constituía ninguna novedad, luego de “pechinchar” un poco, un taxi nos acercó al Hostal das Laranjeiras en el corazón del barrio histórico del Pelourinho por 45 reales. El taxista era un tipo curioso que tenía el maletero ocupado con su equipo de “percusao”, unos inmensos altavoces de genuino sabor tuning. El muy sinvergüenza nos dijo que no podía acceder al barrio de Pelourinho y que nos iba a dejar a la entrada del mismo. Subiendo de noche con el equipaje

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por las “ladeiras” del barrio seríamos un blanco fácilpara cualquier ladronzuelo así que le respondimos que “ni de coña”, que en el hotel nos garantizaron que nos podía llevar hasta la puerta, como así hizo finalmente. 
Había un gran ambiente por la rúa das Laranjeiras cuando llegamos al hostel al filo de la medianoche, mucho colorido, mucha algarabía, no obstante nos fuimos directos para la cama, necesitábamos un poco de descanso. 
Por la mañana nos congratulamos por la excelente elección del hotel que habíamos realizado, el Albergue das Laranjeiras,

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era un auténtico clásico en el Pelorinho y tenía una fama además muy merecida, limpio, con espaciosas habitaciones, originalmente decorado, contaba con un personal serio y amable que se encargaba de dirigir con acierto el local. Los precios del mes de junio se habían mantenido y pagamos menos de lo que en principio estaba previsto, 80 reales con el carnet de alberguista por una amplia habitación doble “con banheiro” privativo y obviamente con el “café da manhá” incluido. El ruido de la calle o el ocasionado por algún huésped son punto más flojo del lugar, lo que puede molestar especialmente a aquellos que gusten de retirarse pronto. Dedicamos toda la mañana a patear el Pelourinho, visitando iglesias, edificios civiles, galerias de arte y tiendas, llegamos finalmente al Palacio do “Governo” y contemplamos las vistas de la marina bahíana desde sus inmediaciones.

El barrio del “ Pelourinho ” no es excesivamente grande, está poblado de hermosas casas coloniales de tonos pastel, templos barrocos como la Catedral, elsalvado de bahiaimpresionante Convento de San Francisco y una tropa de vendedores callejeros y mendigos mezclada con turistas que hacen fotos y curiosean por las incontables tiendas de souvenirs de la zona. Una nutrida dotación policial permite que los visitantes puedan campar a sus anchas y gastar las divisas tranquilamente. Después de pasar la mañana” turisteando” por el barrio, comimos en el Jardín de las Delicias, un bobó de camarao para dos con caipirinhas y café por 70 reales. El restaurante que ofrece un delicioso patio interior a los comensales pero no justificó los comentarios favorables de la Guía 4 Rodas.

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Servicio lentísimo, comida pasable. 
Por la tarde mientras estábamos tomando unas nuevas caipirinhas en una terraza, conocimos a un curioso personaje llamado Mauricio, de oficio conocido “ guía credenciado ” (acreditado). Desde el principio pensamos que sus intenciones eran sacarnos algo de dinero, pero como nos pareció simpático conversamos con él y dejamos que nos acompañase por la zona. Era un tipo de raza blanca de unos 40 tacos que las había pasado canutas durante los 10 años que había estado residiendo en Atlanta, ahora aprovechaba su inglés para acompañar a los yanquis durante sus vacaciones en Salvador de Bahia. Resultó ser bastante majo, no trató de sacarnos ni un duro, sólo aceptó que lo invitásemos a un cravinho ( infusión matadora de clavo en cachaça) que costó un mísero real. Nos enseñó lugares escondidos del Pelo, nos presentó a tipos peculiares, como uno de los fundadores de Os Filhos de Gandhi, nos instruyó en la forma de entrar sin pagar en el Convento de San Francisco y nos dio valiosos consejos que nos resultarían muy útiles durante nuestra estancia en salvado de bahiaSalvador de Bahia. Continuamos la noche sin su compañía, disfrutando del clásico ensayo para el carnaval de un bloco, Swing do Pelô, saboreando ese sonido estruendoso de los tambores a través de las empedradas calles da cidade alta y bailando a su son. Cenamos estupendamente al aire libre en Mamma Bahía carne a la brasa con caipirinhas por18 euros, continuando la noche por las diferentes terrazas de la zona soportando cada dos por tres el acoso de vendedores y mendigos para terminar la noche bailando música brasileña en una calle interior donde se acostumbraban a celebrar actuaciones en vivo. 
 continuar relatoMorro de Sao Paulo

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